Personalidad criminal del delincuente terrorista

(Publicado en Jurídica N° 306, de 8-06-2010, p. 7)

Francisco José
DEL SOLAR ROJAS
Abogado por la PUCP y la U. Central de Venezuela (UCV)
Maestro en Derecho Penal. Criminólogo
Profesor en la UIGV.


En 1987, después de un año de intensos estudios teóricos y profundas investigaciones empíricas científicas en el campo de la Criminología, llegamos a determinar la “Personalidad criminal del delincuente terrorista”. Entonces, por primera vez, en el país, se precisó esta denominación y la peligrosidad de este antisocial, separándolo de los demás delincuentes peligrosos y, consecuentemente, ubicándolo en un lugar concreto y específico en la clasificación respectiva.

EILA
El delincuente terrorista fue asociado al concepto operacional de “Personalidad Criminal” –que, en 1963, elaboró el ilustre criminólogo francés Jean Pinatel (1919-1999)– y producto de los estudios e investigaciones empíricas criminológicas se pudo identificársele con la sigla (EILA). Ello, porque estos delincuentes se caracterizan por ser: Egocéntricos (creen ser los elegidos o quieren ser el centro de la atención). Indiferentes afectivos (son perversos). Lábiles (propensos a caer en el delito o fáciles para pasar al acto delincuencial). Agresivos (tienen gran capacidad innata de violencia y destrucción).
De ahí que, el narcoterrorista sea incapaz de experimentar emociones o inclinaciones altruistas y solidarias. Se impone a sí mismo un proceso envilecedor y se une con otros alrededor del terror y la depravación moral.
¿Con qué base y cómo se hizo esto? Veamos.

ESTUDIOS
Estudiamos Criminología en la Universidad Central de Venezuela (UCV) bajo la dirección de uno de los más ilustres criminólogos latinoamericanos, el profesor venezolano Francisco Canestri, discípulo de Pinatel. Éste fue catedrático de la Universidad de París, magistrado e inspector general de la Administración, presidente de la Comisión Científica y secretario general honorario de la Sociedad Internacional de Criminología, y autor de una copiosa producción intelectual de su especialidad.
Canestri fue el principal difusor en América Latina de las ideas criminológicas de Pinatel. Introdujo como libro de obligado estudio, el Tomo III, bajo el título de Criminología, de su estimado profesor galo. Obra que, de un lado, fue traducida al español por la esposa de Francisco, Ximena Rodríguez de Canestri, también destacada abogada, criminóloga y profesora universitaria que ejerció el cargo de directora de la Escuela de la Judicatura (Venezuela); y, de otro lado, publicada por la Facultad de Derecho de la UCV (Caracas. 1974. 760 pp.) El III tomo forma parte del Tratado de Derecho Penal y de Criminología, que Pinatel publicó conjuntamente con el egregio penalista y profesor francés Pierre Bouzat, presidente de la Asociación Internacional de Derecho Penal.
Pues bien, con este riquísimo basamento académico criminológico, Canestri nunca escatimó esfuerzo alguno con sus discípulos y nos enseñó con inmensa generosidad todo lo que sabía. Nos alejamos de él a nuestro retorno al país en 1979, después de demostrarle que aprendimos cuanto pudimos y que estábamos en condiciones de ponerlo en práctica.

INVESTIGACIÓN Y PRÁCTICA
Desde 1980 fuimos profesores en el Centro de Instrucción de la Policía de Investigaciones del Perú –CINPIP– (Escuela de Oficiales). Entre los cursos que enseñamos estuvieron Derecho Penal y Criminología. Fue, entonces, cuando a todos los peruanos nos sorprendió el inicio del largo y más sangriento episodio que ha vivido nuestra patria: el 17-05-1980, con la quema de las ánforas electorales en Chuschis (Ayacucho). Por vez primera, apareció el nombre de Partido Comunista Peruano-Sendero Luminoso (SL), como autor del delito. El gobierno de facto del general Morales-Bermúdez Cerruti, de una u otra forma, limitó tanto la investigación como la difusión sobre los hechos. Error y confusión que continuó en los tres primeros años del gobierno del Presidente Belaunde Terry, con marchas y contramarchas en lo político, jurídico, social, militar y policial.
Durante todo 1982 seguimos el Curso de Defensa Nacional que dictaba anualmente el, entonces, Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), hoy Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN). Algunos participantes –militares, policías y civiles– nos avocamos a estudiar las causas y consecuencias de la escalada de violencia que estaba envolviendo al país. Analizamos y comparamos las acciones terroristas de otros países y tuvimos en cuenta que, desde 1981, el terrorismo internacional era abiertamente perseguido con la colaboración de la Comunidad Internacional de acuerdo con el Derecho Internacional Público (DIP), según Acta Final de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, realizada en Madrid, España.
Regresamos a las aulas policiales, tanto de cadetes como de oficiales jefes y superiores, en 1983. En trabajos prácticos con ellos comenzamos una ardua investigación, análisis e interpretación del fenómeno terrorista, más aún cuando, en junio de 1984, se sumó otra gavilla de delincuentes bajo la denominación de Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), incrementando el problema nacional del terrorismo, de la delincuencia común y de la inseguridad.
En 1985 fuimos invitados a enseñar en la Facultad de Derecho de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (UIGV). Era lógico que el principal problema nacional fuese objeto de estudio en el curso de Criminología. Junto con los estudiantes universitarios nos avocamos a él, en 1986. Lo aprendido y practicado en la UCV con Canestri, fue fundamental. Desarrollamos las ideas directrices de Pinatel sobre su concepto operacional de la “Personalidad Criminal”. Realizamos entrevistas, encuestas a los acusados y procesados por terrorismo en diferentes penales, análisis de contenido de cientos de documentos y publicaciones, etc.El trabajo lo concluimos en mayo de 1987. Fue publicado en la Revista del Foro del CAL, Julio-Diciembre 1987. Año LXXIV-N° 2. pp. 169-186.