Haya de la Torre: “el Solón peruano”

(Publicado en Jurídica N° 314, de 3 de agosto de 2010)

Francisco José
DEL SOLAR ROJAS
Abogado por la PUCP y la U. Central de Venezuela (UCV)
Profesor de Derecho en la UIGV
Ex-secretario general de la Organización Integracionista Latinoamericana (OILAM), Caracas. Venezuela.

El día de ayer, 2 de agosto, se cumplieron 21 años del fallecimiento del ilustre patricio peruano y luz permanente de la integración latinoamericana, Víctor Raúl Haya de la Torre (Trujillo 22-02-1895-Lima 2-08-1979). Excepcional y ejemplar político, brillante jurista –mas no abogado–, preclaro legislador nacional y continental, humanista, filósofo y economista profundamente preocupado por dar “pan con libertad”, bienestar y trabajo a todos los peruanos, principalmente, a los más pobres, y comprometido luchador social y legal de las causas justas del indio, del campesino, del obrero y del trabajador, en general.

SU VIDA
Víctor Raúl nació el 22 de febrero de 1895, en Trujillo. Fue hijo de Raúl Edmundo Haya y de Cárdenas y Zoila Victoria de la Torre y de Cárdenas. Sus padres eran primos, razón por la que los progenitores de los jóvenes se opusieron a esa relación amorosa. Ambas familias tenían cercano parentesco con los dos vicepresidentes de la República. Uno, el primer vice-presidente, ilustre abogado Pedro Alejandrino del Solar Gaváz y su esposa María del Rosario de Cárdenas y Carrillo. Otro, el segundo vicepresidente, general Justiniano Borgoño Castañeda.
Gracias a los buenos oficios del matrimonio Del Solar y de Cárdenas, el cual viajó especialmente de Lima hasta Trujillo, el noviazgo fue aceptado. Raúl Edmundo y Zoila Victoria contrajeron nupcias el 28-04-1894. Casi 10 meses después nació Víctor Raúl. El primer nombre por la madre y el segundo por el padre. La tía Rosario de Cárdenas y Carrillo era hermana y prima de las que serían abuela materna y paterna de Víctor Raúl.
El profundo amor de los jóvenes esposos incrementó rápidamente la familia. Al año siguiente, vio la luz José Agustín –“Cucho” para la familia–. Posteriormente, siguieron Zoila, Lucía y Edmundo, el más chico de todos, a quien llamaban “Piño”.(1) La comunicación, la comprensión, la tolerancia e identificación, fortalecieron los lazos de los Haya de la Torre. Constituyeron una linda y feliz familia que se caracterizó no sólo por el amor entre ellos sino por su entrega y sensibilidad humana y social para con los demás.
Víctor Raúl cursó estudios en el Seminario de San Carlos y San Marcelo a cargo de sacerdotes lazaristas franceses. Desde joven se destacó por su generosidad y grandeza de espíritu. Reunía a sus hermanos y muchachos del bario y les dictaba clases, les enseñaba a resolver las tareas, les daba pautas precisas para tener éxito en los estudios y les organizaba actividades de títeres, teatro, deportes y excusiones.
En 1915, Haya ingresó a estudiar Letras en la Universidad Nacional de Trujillo (UN de T), y con la misma entrega, bondad, sinceridad y fraternidad participó activamente en el “Grupo Intelectual de Trujillo”, conocido también como “Bohemia Trujillana” o, simplemente, “Grupo Norte”. Además de Víctor Raúl, lo conformaron, entre otros, Macedonio de la Torre, César Abraham Vallejo Mendoza, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Juan Espejo Asturrizaga, Julio Gálvez Orrego, Carlos Manuel Cox, Cucho Haya de la Torre, Daniel Hoyle, Federico Esquerre, Manuel Vásquez Díaz y Antenor Orrego –el mayor del grupo–, quien era jefe de redacción del diario La Reforma, de propiedad de Víctor Larco Herrera, y fue quien descubrió la genialidad del joven Vallejo, publicándole en 1914, sus primeros poemas.(2)
Vale la pena recordar, en esta oportunidad, la profunda amistad entre Víctor Raúl y César Abraham. Éste era tres años mayor que aquél. Felipe Cossío del Pomar, biógrafo de Haya, cuenta que ambos jóvenes estudiaban juntos y que Víctor defendía a César frente a otros estudiantes que se mofaban del joven poeta, a quien insultaban de cholo, indio, huachafo y petulante. Más de una vez, inclusive, hasta el extremo de llegar a los golpes, con los cuales el vate “no simpatizaba”, dada su debilidad física; sin embargo, se vio obligado a participar en algunas riñas.
En un ágape ofrecido a Víctor Raúl, después de una victoria política y pugilística, Vallejo pidió hacer uso de la palabra y dijo: “Yo poeta brindo mi copa por este pichón de cóndor… Yo profeta anuncio que volará muy alto, y será grande, grande, grande…” Sin duda, el afecto era sincero y mutuo. En este contexto, Haya compuso la comedia Triunfa vanidad en defensa de Vallejo, que era vilipendiado y subestimado por la “alta clase trujillana”, habida cuenta de que repudiaba tanto a sus descarnados poemas como a su marcado rostro indígena con abundante cabellera. La obra tenía por finalidad escarmentar “a esa clase” y fue presentada exitosamente por la reconocida Compañía de Amalia de Isaura, en el teatro Ideal, de Trujillo, en 1916.

HAYA EN LIMA
Víctor Raúl fue elegido delegado por Trujillo ante la Federación de Estudiantes del Perú, cuya sede estaba en Lima, por lo que tuvo que venir a la capital, en 1917. Le recibió su tío Luis Varela Orbegoso, quien, a su vez, le matriculó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) para continuar con sus estudios de Derecho. Ingresó a trabajar en 1918 en el prestigioso estudio del jurista Eleodoro Romero y Salcedo (Lambayeque 1855-Lima 1931), primo hermano del entonces ex-presidente de la República Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, en el período de 1908-1912. Ahí permaneció hasta 1921, al lado del profesor sanmarquino titular de la cátedra Historia del Derecho Peruano y ex-decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, en 1916-1917. El bufete estaba ubicado en la calle de la Rifa 332, donde también practicaba el abogado, recién titulado, Alfonso Benavides Loredo (Lima 1893-1939). Años después, éste sería el penalista que defendió a Leguía al término del autoritario “Oncenio” (1919-1930), en el juicio que le incoó la dictadura del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro.(3)
Haya en San Marcos conoció y entabló amistad con su profesor José Gálvez Barrenechea (Tarma, Junín 1885-Lima 1957) y sus compañeros de estudios Raúl Porras Barrenechea (Pisco, Ica 1897-Lima 1960), Luis Alberto Sánchez Sánchez (Lima 1900-1994), Jorge Basadre Grohmann (Tacna 1903-Lima 1980), Manuel G. Abastos Hurtado (Moquegua 1893-Lima 1983), Hernando de Lavalle y García (Lima 1899-1967), Guillermo Ureta del Solar (Lima 1898-1960), Jorge Guillermo Leguía Iturregui, Ricardo Vegas García, Guillermo Luna Cartland, Carlos Moreyra y Paz Soldán, Emilio Elías del Solar, Pablo Abril de Vivero, José Luis Llosa Belaunde y José Quesada Larra, entre otros. Con algunos de ellos, conformaba el “Conversatorio Universitario”, e integraban el grupo generacional conocido con el nombre de “La Reforma.”
Víctor Raúl comenzó a agenciarse sus propios recursos y desechó la recomendación de su madre de que viviera con algún familiar cercano. Tenía varios, muy adinerados y destacados políticos, sin embargo, buscó una modesta pensión para estudiantes (calle Piedra 337). Empero, los visitó, dialogó con ellos e interrogó sobre el papel que les tocó desempeñar en la política nacional. Entre otros, por ejemplo, comía los días lunes con su única tía abuela Rosario de Cárdenas y Carrillo, viuda de Pedro Alejandrino del Solar Gaváz (Lima 1829-1909). Los martes lo hacía en la casa de su tío abogado y senador de la República, Amador Felipe del Solar Cárdenas –hijo de los tíos abuelos– (Lima 1863-1926). Siempre acompañaba al tío millonario chileno Marcial Acharán –esposo de su tía Ana Lucía de la Torre de Cárdenas, hermana de su madre–, quien quedó viudo en 1910. No obstante ello, mantuvo especial cariño por sus sobrinos, sobre todo por Víctor y Agustín (“Cucho”). Le caracterizaba una gran sensibilidad social y había hecho una cuantiosa donación “a la juventud obrera de Trujillo”, creando con su peculio una escuela de artes y oficios.
Corría 1918 y Haya cursaba el segundo año de Derecho. Organizaba tertulias académicas con participación de trabajadores y para ello contaba con el apoyo de sus primos, compañeros de estudios y amigos. Entre otros, Benjamín Morales del Solar (Lima 1878-1955) –quien era hijo del ilustre fiscal de Lima y político arequipeño Manuel Morales (ex ministro de Estado en la tercera administración del general Ramón Castilla y Marquesado) y de Jesús del Solar Gaváz (hermana de Pedro Alejandrino) – esposo, desde 1904, de la que fue la niña pianista prodigio, Rosa Mercedes Ayarza Morales. Hogar que también visitaba, y, posteriormente, asistió a las tertulias musicales, de poesía, política y derecho que este matrimonio ofrecía, con el auspicio formal del “Poeta de la juventud”, jurista y ya maestro universitario Gálvez Barrenechea, cónyuge de Amparo Ayarza, desde 1913, prima hermana de Rosa Mercedes.(4)
Así también, Ureta del Solar –hijo de Daniel Ureta de la Jara y Rosa María del Solar Cárdenas, hija de los tíos abuelos Pedro Alejandrino y Rosario; Elías del Solar –nieto del destacado jurista Emilio Agustín del Solar y Mendiburu (Arequipa 1835-Lima 1909), ex decano de la Facultad de Derecho de la UNMSM y fundador de Chosica.(5) Mariano Prado Heudebert –hijo del reconocido abogado Mariano Ignacio Prado y Ugarteche (Lima 1870-1946), ex decano de la Facultad de Derecho de la UNMSM.; etc.
En 1918, Haya viajó a Cusco y desempeñó el cargo de secretario de la prefectura, por seis meses. Tiempo suficiente para conocer y vivir en carne propia el hambre y la miseria del indio. Esa dolorosa experiencia le buriló el corazón y el alma, lo cual le reforzó su espíritu de lucha para alcanzar una mayor y mejor justicia social para todos los pobres y oprimidos del Perú. Sabía que en su condición de estudiante universitario y delegado de la federación podía levantar su voz de protesta y clamar derechos para esos desposeídos y olvidados de Dios. Su primer reto era persuadir a más o menos mil 500 estudiantes universitarios que conformaban la señera federación. A mediados de ese año, recibió a Vallejo en Lima, y le presentó a su grupo de amigos, quienes le incorporan con sincero afecto. De igual manera, le llevó ante el gran escritor Manuel González-Prada Ulloa, quien falleció poco después (Lima 1844-22-07-1918).
Para entonces, Haya ya estaba plenamente identificado con González-Prada, por su franco y abierto espíritu de lucha social en beneficio de los indios, los pobres y los provincianos, y que al no tener respuesta eficaz de los gobiernos abrazó y promovió el anarquismo en el país. Víctor Raúl era un rebelde, un iconoclasta y exigente crítico de la realidad, del sistema, de la enseñanza y de sus profesores. Ello, gracias a su riquísima formación intelectual y cultural producto de sus profundos estudios en el seminario trujillano y de su permanente hábito de lectura. Al igual que había leído a los clásicos, estaba al día con las obras científicas y sociales de su época. Tuvo gran respeto por sus maestros-abogados Alejandro Deustua Escarza (Huancayo 1849-Lima 1945), Javier Prado y Ugarteche (Lima 1871-1921) y Manuel Vicente Villarán Godoy (Lima 1873-1958). Combinaba con singular maestría la filosofía, la economía, la historia, el derecho y la literatura.

HUELGA DE LOS TEXTILES
El 23-12-1918, los obreros de la fábrica de tejidos “El Inca” se declararon en huelga, exigiendo la jornada laboral máxima de ocho horas y un aumento salarial del 25 por ciento. La lucha por la jornada laboral se había iniciado varios años atrás. Empero, los tozudos gobiernos habían permanecido indiferentes ante los reclamos. En consecuencia, ya había conciencia laboral y espíritu de lucha de clase social. Sólo faltaba un líder que agrupara esas voluntades y los llevara al éxito mediante el diálogo y la concertación razonada y justa. Sin duda alguna, ese era Víctor Raúl, y la oportunidad histórica se presentó y lo puso en el camino.
La presidencia de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) había recaído en Hernando de Lavalle y García –hijo del egregio vocal supremo José Antonio de Lavalle y Pardo (Lima 1858-Barranco 1918) y Rosalía García (Vid. Jurídica Nº 186, de 19-02-2008). Apoyó la moción de Haya de respaldar a los obreros textiles, la misma que fue aprobada por absoluta mayoría. Desde entonces, ambos líderes estudiantiles forjaron una estrecha y sincera amistad que duró hasta la muerte de Hernando. En este contexto, los obreros se reunieron en el amplio local estudiantil del Palacio de la Exposición. Víctor Raúl se fijó un objetivo fundamental: conseguir la jornada de las ocho horas y dejar para otra oportunidad el alza de salarios. Afirmó, entonces: “Lo que importa es esta histórica conquista por la que ha corrido tanta sangre obrera en el mundo. Menos horas de trabajo significan, automáticamente, más salarios, si éstos no se alteran”. Y así se acordó por unanimidad.

JORNADA DE OCHO HORAS
Después de duras y difíciles negociaciones, el gobierno accedió. Mediante Decreto Supremo de 15 de enero de 1919, concedió y aprobó la jornada máxima de ocho horas de trabajo. El ministro de Fomento, abogado arequipeño Manuel R. Vinelli, llevó adelante el trato directo con Haya y los dirigentes sindicales. El funcionario reconoció el coraje y la valentía de Víctor Raúl, de haber tomado la decisión de llegar hasta las últimas consecuencias con los huelguistas: “morir con los obreros.” (6)
Con este éxito político, ad-portas –a poco más de un mes– de cumplir 24 años, comenzó a cumplir la admonición premonitoria de Vallejo: el “Pichón de Cóndor” empezaba a volar muy alto y llegaba muy lejos. Qué duda cabe que fue el primer triunfo realmente significativo de los obreros peruanos. Asimismo, del corazón del pueblo surgió, de hecho, el primer Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales del Perú, sueño con el que falleció el maestro González-Prada.
En 1922, el ilustre jurista José Matías Manzanilla Barrientos (Ica 1867-Lima 1947), ofreció su bufete a Víctor Raúl para que practicara, dada la inquietud que tenía el joven Haya por el Derecho laboral y el administrativo, los cuales eran de pleno dominio del maestro sanmarquino. La agudeza del brillante estudiante le llevó a entender rápidamente que éste no era el ductor que él necesitaba, ya que defendía los intereses de los ricos.

EL SOLÓN PERUANO
Sin duda alguna, a partir del 15-01-1919, Víctor Raúl Haya de la Torre se constituyó en el principal líder de los estudiantes universitarios y de la clase trabajadora. Jamás buscó el enfrentamiento contra el capital y la inversión, promovió sí el diálogo, la concertación y el más absoluto consideración y respeto para el trabajador, lo que exigía la reivindicación de los derechos del indio, del campesino y sus comunidades. Como esto fue incluido en el proyecto político del candidato Augusto B. Leguía, quien buscaba ser presidente de la República por segunda vez, Haya, los estudiantes, trabajadores, clase media e intelectuales le dieron su masivo respaldo para el período 1919-1923.
En efecto, el proyecto político leguiísta estaba orientado a crear una “Patria Nueva”, con marcado carácter de reivindicación social a tono con el contexto mundial marcado por la revolución agrarista mexicana de 1910 y su moderna Constitución de Querétaro de 1917, el término de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el triunfo de la Revolución rusa (1918). Fue así como los peruanos tuvimos la nueva Constitución de 1920 que fue eminentemente social y dejó atrás esa antigua denominación de liberal o conservadora. Mejor aún, fue el inicio del “constitucionalismo social”, tal como lo señala el joven abogado Mario Gonzalo Chávez Rabanal.(7)
En este orden de ideas, Haya quiso contribuir a la construcción de una nueva república peruana superando los problemas y traumas desde la conquista, virreinato y época republicana sumida en el rampante militarismo. Se trataba de no mirar atrás sino adelante, buscando la integración de los pueblos americanos, buscando la negociación y tratos justos con la inversión extranjera, donde las relaciones de trabajo sean profundamente humanistas, que haya primacía del bienestar y de la seguridad que da felicidad y paz entre los pueblos y los hombres, con normas claras de regionalización y planificación para asegurar y consolidar el crecimiento y desarrollo de todos los ciudadanos protegiendo a los más pobres, principalmente, al indio y al campesino, quienes requieren educación e inclusión, etc.
Empero, no le dejaron. Le deportaron en 1924. Regresó en 1930 en olor de multitud. Fundó el Partido Aprista Peruano (PAP). El comandante Sánchez le robó la presidencia en 1931 y tampoco respetó los derechos de los 23 representantes apristas al Congreso Constituyente, a los cuales sometió a la ilegítima e ilegal “Ley de Emergencia para Seguridad de la República” (Enero, 1932). Se inició un año de sufrimiento y sangre. “El año de la barbarie” lo titula en su agotada obra el periodista Guillermo Thorndike.(8) Le detuvieron el 6-05-1932. El pueblo se fue sublevando hasta que el 7 de julio del mismo año, sus fieles seguidores en su ciudad natal, por motu proprio, tomaron el cuartel O’Donovan. La represalia armada masiva no se hizo esperar. Incesante bombardeo de la aviación militar acabó con la resistencia el día 10. En la madrugada del siguiente, el ejército ocupó la ciudad mientras seguían algunos disparos en extramuros. El 12 comenzó el macabro desfile de los más o menos 2 mil condenados llevados a las ruinas de Chan-Chán para su fusilamiento. El 27 los triunfantes militares comenzaron la celebración de fiestas patrias en el aristocrático “Club Central”.
Haya iba a ser condenado, pero los intelectuales amantes de la libertad y la democracia levantaron su voz de protesta (Romain Rolland, Albert Einstein, Gabriela Mistral, Bertrand Russell, Bernard Shaw, Mahatma Ghandi, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Gregorio Marañón, Ricardo Rojas, Pablo Neruda, Alberto Lleras Camargo, Germán Arciniegas, Jorge Eliecer Gaitán, Diego de Rivera, entre otros) exigieron su libertad. Ésta recién la obtuvo el 9-08-1933, al promulgar el nuevo gobierno del general Oscar Raymundo Benavides Larrea, la ley de amnistía promovida por el primer ministro Jorge Prado y Ugarteche. El 30 de agosto del mismo año, el comandante Sánchez, ascendido a general, fue asesinado y con este tiranicidio se acabó la dictadura.
Víctor Raúl se reencontró con su pueblo en un multitudinario mitin el 12-11-1933. El 18 de diciembre estuvo en Trujillo. Empero, esta primavera democrática acabaría el 5-01-1934. El nuevo primer ministro, el abogado e historiador José de la Riva Agüero y Osma (Lima 1885-1944), desconfiaba del APRA y cerraba toda posibilidad de encuentro entre Benavides y Haya. Se convocó a elecciones, pero éstas fueron postergadas cuatro veces consecutivas. El temor era que los apristas triunfaran. Por eso, Haya y el APRA fueron puestos fuera de la ley. Salvó de ser capturado el 24-11-1934, cuando el régimen abiertamente dictatorial dispuso la detención y encarcelamiento de todos los dirigentes apristas. Desde ese día hasta el 15-05-1945, Víctor Raúl y muchos compañeros vivieron a salto de mata en la clandestinidad. Fue el más largo período permaneciendo en las “catacumbas.”
Sin embargo, el gobierno convocó a elecciones en 1936. Promocionaba a su candidato, Jorge Prado y Ugarteche, y, a la par, condenaba al APRA por ser un partido integracionista latinoamericano, ya que en su “Programa Máximo” pretendía “la unidad económica y política de América Latina”, declarándolo ilegal 7-09-1936. Un segundo candidato era el sanchecerrista Luis A. Flores, y un tercero, el conspicuo maestro universitario y constitucionalista Manuel Vicente Villarán Godoy, representando al rancio civilismo. Dos semanas antes de los comicios se inscribió un cuarto postulante con el apoyo de un nuevo partido denominado Social Democrático: el abogado Luis Antonio Eguiguren Escudero (Piura 1887-Lima 1967), que, sin duda, contaba con el respaldo de los apristas. Pues bien, fue el triunfador de la contienda, y Benavides desesperadamente anuló el proceso electoral y estableció que seguiría en el poder hasta 1939.
Lo demás es historia política conocida hasta que, en 1978, por primera vez en los anales republicanos se respetó la soberanía popular, y el pueblo eligió libre y transparentemente a Víctor Raúl como miembro de la Asamblea Constituyente, convocada por el gobierno militar bajo la conducción del general Francisco Morales-Bermúdez Cerrutti. Como Haya fue el que alcanzó la más alta votación le correspondió ejercer la presidencia y buscando el consenso de los 100 constituyentes logró elaborar la mejor Constitución Política que el Perú ha tenido hasta hoy. Sus grandes ideales de un Estado moderno y democrático en ella están consagrados. Al igual que el arconte y eupátrida ateniense, Solón (640-559 a.C.), Haya murió convencido de que esa era “la mejor Constitución que le convenía al pueblo.”

(1) FONDO EDITORIAL V.R. HAYA DE LA TORRE. Haya de la Torre: una vida ejemplar y ejemplarizadora. Biografía e iconografía. Lima. 1989. p. 10 y ss.
(2) DEL SOLAR, Francisco José. “Juicio criminal contra César Vallejo Mendoza”, en Jurídica Nº 189, de 11-03-2008.
(3) ----------------------------------------------. “Juicio criminal contra Leguía”, en Jurídica Nº 223, de 4-11-2008/ “Apostilla sobre el juicio criminal contra Leguía”, en Jurídica Nº 264, de 18-08-2009.
(4) ---------------------------------------------- “Derecho, música, poesía y política”, en Jurídica Nº 180, de 8-01-2008.
(5) MENDOZA DEL SOLAR, Lourdes. “Abogados de ayer y hoy: Emilio Agustín del Solar y Mendiburu, jurista arequipeño fundador de Chosica”, en Jurídica Nº 170, de 30-10-2007.
(6) DEL SOLAR, Francisco José. “En homenaje al 1 de mayo: Haya de la Torre, gestor de la jornada laboral de las 8 horas en el Perú”, en Jurídica Nº 144, de 1-05-2007.
(7) CHÁVEZ RABANAL, Mario Gonzalo. “Constitucionalismo social en el ordenamiento jurídico peruano”, en Jurídica Nº 306, de 8-06-2010.THORNDIKE, Guillermo, El año de la barbarie. Editorial Nueva América. Lima. 1968.